3 de marzo de 2007

Simbiosis

Llegas a un momento en que la simbiosis es meramente inevitable.
Se le ha llamado a mi caso como un parasitismo (en donde la socialización o asociación es perniciosa para alguno de los involucrados) ... o hasta comensalismo (donde una de las partes obtiene ventajas, mientras la otra permanece inerte y sin pérdida o beneficio alguno). Yo quiero pensar que es un mutualismo y hasta de generación espontánea, dándonos una relación interespecífica.

Vivimos una ectosimbiosis y una endosimbiosis comibinadas. No es sólo el adherirse a las capas exteriores de la piel... si no entrar en los órganos internos que rigen el flujo de la sangre y las descargas eléctricas que nos permiten pensar y actuar.

Es cierto que el ritmo cardíaco no es tan acelerado como se esperaría (y tampoco niego que no he tenido esa arritmia tan deseada y locamente extasiada antes, incluso mucho mayor). Lo que si es irrefutable, es que ahora no tengo miedo de estas irregularidades en el sístole y diástole tan dulcemente precipitados; ahora me siento tranquila y confiada en el hoy, despreocupada por el futuro y con una melancolía cada vez más reducida sobre el pasado.
Quiero que la arritmia crezca hasta pensar que nunca había sentido algo así ... y que sea objeto de diaria sorpresa a la vez que se vuelve habitual.

La verdad es que quiero tantas cosas, pero son pocas las que necesito. Esta simbiosis no es necesaria, simplemente no la es... pero me engaña tan bien que poco a poco me creo la quimera. Y estoy comenzando a pensar que soy yo quien quiere creerla.


Smile_XXI