20 de noviembre de 2008

[Mas vale buena esperanza que ruin posesión...?]

¿Cómo puede alguien dejar lo seguro por lo quimérico?


He pensado en cómo Don Quijote, teniendo la calidez de su hogar, abandonó todo por Dulcinea. Luchó contra demonios falsos, anduvo en un "noble corcel" flaco y desnutrido, visitó hermosos parajes que no eran más que campos y ejidos. Después resultó que su ensoñada doncella no era más que Aldonza Lorenzo: una plebeya nada agraciada, sucia y con el rostro picado por la viruela.


He visto muchos casos así, he vivido casos así. He sido el Don Quijote, he sido Sancho Panza, he sido Dulcinea, he sido la lectora.


Como Quijote, luché contra molinos de viento, motivada por el amor inexistente de un Sol que no era más que basura espacial. Vi belleza en cosas que realmente no la tenían, tuve Fe en tierras olvidadas por Dios. Resultó que mi fabuloso y utópico ser no tenía nada de maravilloso.


Como Sancho Panza, seguí la locura de alguien que perseguía su propia utopía e imaginaba todo un mundo alternativo motivado por el amor. Me tocó ser quien asentía con la cabeza y apoyaba lo que sabía falso. Viví las locuras, sin realmente enredarme en ellas.


Como Dulcinea del Toboso, me he sentido sobrevalorada. Hay un Quijote que pelea contra gigantes y es capaz de todo, todo por mí; que me ve hermosa, llena de gracia y cuanta virtud pueda imaginar… cuando yo no puedo verme así.


Como lectora, he visto a otros tantos Quijotes abandonar su realidad por una Dulcinea. Hombres que tienen cosas seguras, desde un hogar hasta un amor verdadero… y que han dejado todo por lo incierto y hasta por falsas doncellas que, fuera de la fantasía, no son más que simples campesinas sin gota de gracia.


Dejé de ser Quijote , sin embargo vivo mi fantasía con un príncipe de ensueño.


Dejé de ser Sancho Panza, pues he tomado un camino diferente para luchar contra mis propios monstruos.


Dejé de ser Aldonza Lorenzo y me convertí en Dulcinea, pues he aceptado que me aman tal cual soy y es precisamente el amor el que engrandece las virtudes de las personas.


Dejé de ser lectora, pues he leído la historia tantas veces que sé exactamente cómo termina todo. Permití que me cambiasen por una Dulcinea una y otra vez, sin embargo esperé paciente. Ahora soy la protagonista de mi propia historia y me gusta.


Por qué perseguís, caballero de la triste figura, lo que no podéis tener? Por qué abandonáis el amor verdadero por una falsa doncella, si después regresaréis derrotado y golpeado por la realidad? Es tiempo que cambie de libro.