3 de noviembre de 2011

el bloggero

De vez en cuando recibo correos donde avisan que me llegan nuevas firmas a posts viejos de éste muerto blog. Me recuerda con tristeza que no siento la misma emoción por escribir que antes.

Sigo siendo la misma persona amargada y analítica que casi siempre tiene una opinión para todo, sin embargo he perdido el coraje que me embargaba.
Y va, sigo siendo la misma conductora biliosa que desquita el coraje al volante con la ineptitud de los regiomontanos; aún me molesta que vayan a 40 km/h en el carril izquierdo, que no usen las direccionales o las intermitentes, que frenen en seco y se estacionen como zanahoria (supongo que las zanahorias tampoco se saben estacionar).

Pero es como si nada de eso me empujara a la computadora. Estoy ahora más enfocada en otras cosas más importanes, menos frustrada en ciertos aspectos y más en otros tantos... es como si de pronto mi amargura y frustración hubiera cambiado de una habitación a otra.

Tal vez sea que he perdido interés en muchas cosas; dejé de comprar muchas revistas, de entrar a ciertas páginas que me encantan, de ver algunos canales de televisión. Es como si de pronto me hubiera vuelto algo monótona, pero sin perder la escencial parte que forma el YO.
Será que mi odiosa flojera ha atacado al lado quejumbroso también...


¿Yo qué sé?


A veces veo blogs tan interesantes, pero recuerdo que no me interesa lo que piensen/digan los demás.



Estoy tan encerrada en mi misma, en un cascarón de egolatría, que ha dejado de preocuparme si me ven o no.


Soy mi más grande fan y fiel espectadora. Y, a pesar de casi 25 años, me sigo sorprendiendo.